Los topillos de los prados son una de las pocas especies de mamíferos que muestran apego social: se emparejan durante largos periodos de tiempo y crían juntos a sus cachorros. Hace tiempo que se cree que la oxitocina, la «hormona del amor», desempeña un papel clave en este tipo de comportamiento en animales, incluidos los humanos.
Los científicos han
editado recientemente el gen receptor de la oxitocina en los topillos. A través de esta proteína, la hormona penetra en las células. Resulta que los topillos privados de este receptor siguen formando parejas y cuidando de sus crías. Las madres siguen dando leche a sus crías, aunque producen menos leche y los cachorros no crecen tanto como sus congéneres.
Se ha sugerido que la «felicidad» animal puede ser resistente a la pérdida de una sola proteína y que existen otros mecanismos que compensan parcialmente la pérdida del receptor de oxitocina. Estos mecanismos pueden activarse cuando el sistema de señalización de la oxitocina deja de funcionar repentinamente.